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Abengoa, caída de la empresa española que fue encumbrada por Obama

La multinacional andaluza se encamina hacia el mayor concurso de acreedores de España por sus problemas de liquidez y confianza

Abengoa se enfrenta al mayor concurso de acreedores de España REUTERS

G.G

Corría el año 2009 cuando Obama se deshizo en halagos al hablar de Abengoa. El recién nombrado presidente de los Estados Unidos citaba en un discurso memorable a España y a la compañía de la familia Benjumea como ejemplos a seguir en el sector de las energías renovables . La situación ha cambiado mucho en los seis últimos años para la compañía sevillana, que ha pasado de recibir las alabanzas del hombre más poderoso del mundo a estar abocada al mayor concurso de acreedores de España por sus problemas de liquidez.

Los problemas de la compañía no son recientes. Ya en 2012 algunos analistas mostraban su preocupación por su flujo de caja. Es decir, Abengoa generaba poca liquidez por desarrollar su actividad (infraestructuras y renovables) en comparación con las inversiones que necesitaba para desarrollar dicha actividad. Esta situación finalmente le llevó a depender en exceso de la financiación externa (crédito) y de sus consecuentes intereses.

Esta circunstancia se agravó hace justo un año. Abengoa presentó unos resultados que tuvo que corregir escasos días después. Según la compañía, se produjo un « malentendido » al no incluir sus «bonos verdes», aquellos que se destinan a financiar proyectos renovables, en su deuda. Días más tarde rectificó, envió un informe revisado de sus cuentas a la CNMV y cifró su deuda total en 13.445 millones de euros (incluidos bonos). Durante las siguientes jorn adas, se desplomó en Bolsa.

La incertidumbre sobre la viabilidad de una empresa es sinónimo de caídas en el mercado de valores. Los inversores castigaron con dureza las dudas de Abengoa (y su deuda) y aprovechando la corriente alcista que se había producido durante los meses anteriores , vendieron de forma masiva los títulos de la compañía.

Si de por sí los inversores tenían sus recelos sobre Abengoa debido a sus problemas de financiación, su desplome bursátil no hizo más que agravar sus reticencias. En una semana, la empresa sevillana cayó un 49% en Bolsa y vio como Fitch cuestionaba su rating , es decir, la capacidad que tiene una empresa en devolver sus deudas.

Una ampliación esperanzadora

Durante los siguientes meses, se produjo una renovación en el seno de la compañía. Manuel Sánchez Ortega dimitió en el mes de mayo y Santiago Seage se hizo cargo de la compañía con el objetivo primordial de buscar financiación . De forma paralela, Abengoa puso en marcha un plan de desinversiones por valor de 500 millones de euros. En este contexto, se planteó una ampliación de capital de 650 millones como vía de escape.

La emisión de nuevas acciones provocaba la pérdida de control de la familia Benjumea (Felipe Benjumea, presidente de la empresa, dimitió en septiembre para sacar adelante la operación) en detrimento de distintas entidades financieras. Además, Gestamp se mostró inyectar unos 350 millones de euros y pactó adquirir el 28% de la sociedad.

Sin embargo, el fracaso de las negociaciones entre Abengoa y la banca para una financiación que asegure la supervivencia de la compañía ha frenado la entrada de Gestamp , que se ha echado para atrás. Con una plantilla de más de 25.000 trabajadores alrededor del mundo, el futuro de Abengoa parece más difícil que nunca.

Mientras el concurso de acreedores parece inevitable y la compañía es excluida del Ibex después de caer un 50% en solo una sesión, pocos recuerdan que Abengoa , hace escasos seis años, fue capaz de captar la atención del mismisimo Obama.

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