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El negocio de dar techo a los refugiados

La llegada masiva de asilados a Alemania y la necesidad de alojarlos ha revolucionado el mercado inmobiliario

ROSALÍA SÁNCHEZ

En el gimnasio del colegio Jane-Addams, en Hohenschönhausen, Berlín, Abbas hace el petate. Ha dormido en una colchoneta durante siete semanas y por fin le ha sido asignada una plaza en un hotel. Apenas tarda unos minutos en recoger sus escasas pertenencias y se traslada en metro hasta Turmstrasse con un tiket subvencionado. Abbas, de 24 años, que trabajaba en el sector textil hasta que huyó de su país, no quiere que los gestores del hotel se enteren de que ha estado hablando con periodistas. «Problemas», acierta a resumir los motivos de su temor. Prefiere entrar solo a lo que hasta hace unos meses era un punto de la red de albergues juveniles que se extiende por toda Alemania y, después de subir a su habitación, bajar de nuevo a la calle para comentar, entusiasmado, sus condiciones.

Comparte la habitación con otros once hombres, todos refugiados. Duermen en literas y disponen, junto con los que se hospedan en otras habitaciones por el estilo, de un baño al final del pasillo. El Estado alemán paga su habitación directamente al establecimiento, él no ve el dinero y no sabe cuál es exactamente el precio, pero el presupuesto que manejan las autoridades es de 50 euros por noche y por refugiado. Abbas está contento con el cambio, pero reconoce que será difícil estudiar de vuelta a casa, después de las clases de alemán.

Gimnasios confiscados

Tras la dimisión del anterior director del Landesamt für Gesundheit und Soziales (Lageso), la autoridad que gestiona la llegada de refugiados a la capital alemana, ocupa el cargo Sebastian Muschter . Anteriormente trabajaba para la asesora McKinsey y a ella volverá después de un periodo de entre nueve y doce meses. No desea permanecer más tiempo al frente de la gestión de los refugiados. Posiblemente para entonces el mercado inmobiliario e incluso el sector turístico de Berlín hayan sufrido sensibles alteraciones. Su primera decisión ha sido dejar de confiscar gimnasios de colegios para albergar refugiados . La ciudad estaba cerrando una de estas instalaciones deportivas al día y aun así no lograba cubrir la demanda. En un giro de la política de alojamientos, Muschter ha dado orden de ampliar el acondicionamiento de los hangares del antiguo aeropuerto de Tempelhof y ha comenzado a negociar el alojamiento de 10.000 refugiados en plazas hoteleras a cargo del erario.

«Estamos viendo ya el movimiento. Ahora mismo hay mineros de oro que compran edificios enteros y que los ofrecen a las autoridades berlinesas para albergar refugiados antes incluso de haber firmado la escritura», confiesan fuentes de la sociedad inmobiliaria Berliner Immobilienmanagement Gesellschaft (BIM ). «Sabemos de edificios que no están correctamente acondicionados para ser utilizados como vivienda y que igualmente son ofrecidos e incluso aceptados a precios que rondan los 100 euros por metro cuadrado al mes. La presión de las autoridades berlinesas para dar techo a los refugiados es enorme y aceptan todo lo que aparece», dicen las mismas fuentes, «por eso estamos intentando elaborar una lista blanca de edificios disponibles y que cumplan unos mínimos requisitos. Los edificios que no aparezcan en esa lista no deberían ser pagados por el Estado como alojamiento porque no son aptos».

Hasta final de 2015, 79.034 solicitantes de asilo han llegado a Berlín, según las cifras del Senado. Unos 55.000 de ellos se han instalado definitivamente en la capital alemana, el resto ha estado aquí de paso antes de ser trasladados a otros asentamientos a lo largo y ancho de la República Federal. El objetivo de la mayoría de los que se quedan es llegar a alquilar personalmente un inmueble o una habitación en un piso compartido, una opción que también está subvencionada. Mathis Oberhof, voluntario experimentado en la recepción de refugiados en Wandlitz y autor del libro «¡Refugees welcome!», invitó en enero a dos refugiados sirios a comer en su casa y pasó esa misma noche en vela discutiendo con su mujer. La mañana siguiente había tomado la determinación de hacer una mínima reforma que convirtiese la habitación de invitados y el baño de invitados de su casa en una escueta vivienda independiente y alquilarla por 245 euros al mes, a pesar de que no cuenta con cocina.

En el centro de la ciudad, a escasos cinco minutos caminando desde el exclusivo centro comercial KaDeWe, dos gorilas de una empresa privada de seguridad reaccionan alarmados ante la presencia de una periodista en el hall de entrada del Best Western Hotel «President», en el barrio de Schöneberg. El hotel dispone de 8.100 metros cuadrados de superficie y lleva meses alquilado al completo por las autoridades berlinesas para albergar a refugiados por un precio neto de 150.000 euros al mes. Un asistente social, que dice apellidarse Kisinger pero que no muestra credencial alguna, justifica los malos modos empleados en la recepción por la necesidad de «proteger el edificio de ataques incendiarios». «Problemas» es la palabra que vuelve a escucharse, esta vez en boca del refugiado que había accedido a una entrevista pero que, en vista de la situación, prefiere no hablar con la prensa.

Para la responsable de la Oficina de Extranjería de Berlín, Barbara John, la instalación de los refugiados en hoteles es una medida «desproporcionada». «Ya sean alquilado hoteles completos o con un precio de 50 euros al día por persona, los costes son excesivos», ha criticado. Los responsables reclaman por cama y noche 50 euros, lo que serían 1.500 euros al mes, 18.000 al año. El gobierno local debe asumir mantener esta medida durante años y calcula un paquete de gasto de al menos 600 millones de euros.

De Tempelhof a un hotel

El responsable de finanzas de Berlín, Matthias Kollatz-Ahnen, declara como objetivo lograr alojamientos para refugiados a un coste de diez euros al día, al tiempo que recuerda que cualquier receptor de ayuda social en la capital alemana recibe 350 euros mensuales para la vivienda.

El Senado de Berlín ha iniciado conversaciones con los 22 hoteles de la cadena Grand City Hotels (GCH) , representada por la gestora londinense Hampton Holding Ltd y que incluye algunos tan populares como el Hotel Berlin Mitte, el Berlin City East y el City West. Ocupar una de esas plazas es la gran esperanza de los refugiados de Tempelhof, el aeropuerto acondicionado p ara albergar 600 personas y en el que se hacinan ya 4.000 con una media de 2,5 metros cuadrados a disposición de cada persona.

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