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Juventus-Real Madrid

Morata hace temblar al Madrid en Turín

Mal partido del conjunto de Ancelotti. Calamitoso Ramos en el centro; la defensa no superó la presión local. El gol de Cristiano permite esperanzas (2-1)

Morata hace temblar al Madrid en Turín Reuters

Hughes

El miedo del que hablaba ayer Ancelotti lo sintió el Madrid nada más empezar. Fallos de Casillas, de Ramos, de Pepe. También Pirlo falló, pero fue el Madrid el que se llevó el primer golpe. Tévez, que baja mucho a recibir, apareció en zona de ataque libre y el rechace de Casillas lo aprovechó Morata.

[Narración y estadísticas del Juventus-Real Madrid ]

Morata superaba en el uno contra uno a todos los madridistas y metió un miedo que no se le quitó ni a Varane ni a Pepe. Puso cara de pena tras el gol , pero podría decirse eso de “Morata es uno de esos jugadores que ha nacido para jugar contra el Madrid”. Estuvo impresionante, embestidor. Morata fue el efecto Chicharito. El efecto Chicharito de la Juve.

La Juve no es muy compleja. Bajan Tévez y Vidal, que además incordia mucho, Morata presiona y ataca la salida de rival ajena y Pirlo mueve de banda a banda el juego con la suavidad y el mando de un patrón de velero que aprovechase un cambio del viento. Parece Gatsby navegando.

El miedo y la pasividad se veía que podrían superarse con toque. Ahí estuvo bien Isco. El Madrid estaba cojo porque Ramos parecía estar familiarizándose aún con la condición esférica del balón. Cierto es que en el gol tuvo una participación —la presencia de Ramos en el centro es, no nos engañemos, un anti-illarramendi y, además, un amuleto—, pero era el primer inconveniente para una salida de balón fluida.

Isco vio un pase largo a Cristiano en el 22, por ejemplo.

La Juve percutía por la banda de Marcelo. A veces hay que salir fuera para darse cuenta de las cosas y el flanco Isco-Marcelo es muy meridional.

El Madrid empató en el 26 con una jugada que arrancó en Isco. El curso inicial fue suyo, tímido aún, y luego llegó el sombrero de dos copas. Ramos a James y James a Cristiano. Empate. Y un empate en Champions cambia la mentalidad, hay mucha ciclotimia en este torneo. El Madrid había sufrido como se sufrió en Dortmund el año anterior. Quizás no tanto. Pero las sensaciones fueron similares.

La Juve acusó el golpe y el Madrid empezó a estar en campo ajeno. No estaba bien el Madrid, pero llegaba. Comenzó a tener la posesión, pero la fue perdiendo. Esos minutos hubieran significado adueñarse de la eliminatoria. Mejoró la Juve a base de presionar a los centrales —su fútbol es sobre todo ese primer impulso ciego, la presión con anteojeras de Morata—, se echó el Madrid atrás y enseñó las costuras de su centro del campo (el Madrid parecía un vestido de alta costura en la fase previa del taller: retales y pespuntes) y las debilidades de sus centrales ayer ante ese tipo de presión. Casi hubiese estado mejor Ramos detrás de sus temblorosos compañeros de defensa. Al Madrid, durante la primera parte, le temblaron las piernas.

Aún pudo marcar otro antes del descanso en ocasión orquestada que comenzó en Carvajal, pasó por Kroos y terminó en centro de Isco a James, que remató al larguero casi bajo palos.

James, no lo olvidemos, que participó poco, fue el que encendió la mecha del gol. Bale estuvo perdido en el centro del ataque.

Problemas en la salida

Atkinson mandó el partido al descanso. El partido comenzó más o menos igual. Problemas serios del Madrid para superar la primera presión de la Juventus. El peligro, sin embargo, iba a llegar de muy lejos.

A la salida de un córner madridista, un balón rebotado lo cogió Tévez para un costa a costa. Marcelo derribó a un rival y Carvajal se dejó envolver en un penalti que se fabricó el argentino. Los centrales, claro, estaban en el área contraria: penalti que no pudo parar Casillas.

El Madrid desapareció del campo los siguientes minutos. Esta vez, el lado elegido por la Juventus fue el de Carvajal. Al Madrid le temblaban las piernas como a Lina Morgan y la estructura entera cimbreaba. En esa situación, Ancelotti quitó a Isco y metió a Chicharito . ¿Lógica? Quizás no estrictamente futbolística: la del empuje y la sustancia. Un ariete arriba que comenzara a molestar. A estas altura juegan los once más cuajados.

El Madrid estaba a riesgo de quedarse fuera del partido y de la eliminatoria, así que había que comenzar por el principio. Empuje y que Bale, desaparecido, arrastrara el juego desde más atrás. Si el Madrid era capaz de recomponerse estaría en Berlín.

Ramos seguía mandando balones a todas partes. Parecía una fundación. Mandaba pelotas aleatorias, como las máquinas con las que entrenan los tenistas. Y Morata mandando territorialmente sobre sus excompañeros.

La Juve da la sensación de algo no muy sofisticado, pero hecho, duro. Se puso en línea de cinco con Chiellini vendado como en los años cincuenta. El 2-1 lo firmaban con sangre.

El Madrid lo intentó sin hacer daño y aún hubo un vodevil con Casillas implicado. Entró Jesé por un apagado Bale. Jesé y Morata se mirarían. Lo que cambia un año...

Casillas paró (se encontró, palpó) con las yemas una última ocasión italiana. El 2-1 es superable, pero la Juve descubrió que el Madrid, atrás, es un temblor.

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